PART 1. Chapter VII(1).

Caminaba bajo la escasa luz de la luna que las nubes que cubrían el cielo dejaban entrever, aunque ello no le suponía ningún problema. No en vano se había pasado su vida sin poder ver nada y sin más remedio que guiarse por sus otros sentidos. Llevaba todo el día caminando por el oscuro corazón del bosque, pero la frustración de haber perdido a su presa no le había desaparecido aún cuando vislumbró las titilantes luces de la posada a lo lejos.<o:p></o:p>
Aminoró el paso, mirando sin ver en dirección al gran edificio de piedra, el único alejado del ajetreado pueblo, aunque a esas horas no tenían nada que envidiarse el uno al otro. ¿Qué hora sería ya? Posiblemente la posada estuviera vacía… Aminoró aún más el paso, como si quisiera retrasar el momento de entrar por la puerta. Estaba seguro de que a esas alturas Senya ya le habría contado lo sucedido en el bosque a Kai y no se sentía con ganas de oír hablar de ello. Entonces suspiró. Recordaba la expresión de desconcierto de la chica, es posible que incluso hubiera miedo en su mirada… ¿Tan terrible habría sido su expresión? Reprimió una risilla amarga. Sabía que en momentos como aquel sus miradas podían llegar a ser letales. Sacudió la cabeza con fuerza, sabía que a ella le había resultado imposible verla… ni siquiera podría imaginar lo que estaba sucediendo, o eso era lo que el cazador quería creer. Por si no fuera poco aquel sentimiento de fracaso, también se sentía culpable por hacer sentir así a Senya y aunque no quisiera admitirlo, era muy posible que la verdadera razón de no querer llegar a la posada era cruzarse con ella.<o:p></o:p>
Algo frío resbaló por su nariz. Se detuvo alzando sus manos hasta dejarlas al nivel de sus ojos y pudo ver como blancos copos de nieve se iban amontonando en sus palmas. Alzó la mirada al cielo, los copos contrastaban con la oscuridad de éste y se podían ver claramente. No se molestó en retirarse la nieve amontonada en su cabello u hombros, y volvió a emprender la marcha sin agachar la cabeza, con la mirada en el encapotado firmamento. <o:p></o:p>
No tardó en detenerse de nuevo. Bajó la mirada para encontrarse de frente a una conocida puerta de madera, iluminada con un pequeño farolillo sobre su cabeza. No pudo evitar una mueca de desagrado. Demasiado ruido. Esa vez fue el barullo de la posada lo que lo había frenado. Era muy posible que no fuera tan tarde como él había creído, de hecho, no le extrañaba que en las largas divagaciones llevadas a cabo a lo largo de la noche hubiera perdido la noción del tiempo. Aún así, si se pensaba bien no era de extrañar que la posada estuviese tan concurrida. Fuera nevaba copiosamente y con la llegada de la noche la temperatura había descendido notablemente. Pero a él eso no le importaba, había pasado por cosas peores.<o:p></o:p>
Por un momento sintió el impulso de entrar en busca de Senya, sin embargo aquella parte de sí mismo que se encargaba de reprocharle cada dos por tres lo detuvo y el barullo del interior no le hacía la perspectiva más llamativa, por lo que al final acabó cediendo a ella, dando media vuelta en dirección al bosque una vez más. <o:p></o:p>
Como tantas otras veces, no era consciente del camino que tomaba. Era algo que hacía con frecuencia, dejarse llevar. Por lo general siempre tomaba rutas nuevas, esa noche por el contrario el camino le resultaba extrañamente familiar. No se asombró lo más mínimo al reconocer el claro donde horas antes había mantenido un duelo. No había dejado de pensar en ello en todo el día, en aquella extraña espada… Con un rápido movimiento deslizó el filo de su espada, empuñándola en sus manos con firmeza y conteniendo la respiración. La figura que se encontraba inmóvil de espaldas a él no se inmutó lo más mínimo. Aún aferraba la espada en la mano cuando expulsó el aire de sus pulmones, pero no apartaba la mirada de la figura que no tardó en reconocer. Sus músculos se relajaron de nuevo inspeccionando a la joven de claros cabellos rizados. Dio unos pasos vacilantes hacia ella y pudo ver que temblaba levemente. Fue entonces cuando reparó en su vestimenta, un vestido como única prenda que si bien era abrigado, no lo suficiente para hacer frente al frío invernal.
Dark dudó unos instantes, podría seguir de largo como si no la viera ya que ella no parecía darse cuenta de su presencia. No lo hizo. Se acercó hasta quedar a dos pasos tras ella y levantó una mano que dejó suspendida sobre su hombro, dubitativo. Fue entonces cuando otro pensamiento lo asaltó. Hasta el momento en que había llegado a aquella posada siempre había sido alguien seguro de sí mismo, de sus decisiones… nunca antes había dudado, conocía sus prioridades y siempre se centraba en ellas… hasta ahora. Esa inquietante revelación le hizo recuperar aquel sentimiento de querer abandonar el lugar. Ya no tenía dudas, sentía miedo.
Efectuó un brusco movimiento para salir de allí, pero rozó a la muchacha provocando que se sobresaltara. Precipitadamente se había girado hacia Dark con la mano sobre su desbocado corazón, pero al tiempo que lo vio bajó la mirada fijándola en el suelo. Él por el contrario se había quedado de piedra, en blanco. No había escapatoria... ya no podía marcharse o se sentiría aún más culpable por Senya, si cabe. No sabía qué podía decirle y la confusión y el miedo que se habían apoderado de él aún lo presionaban con fuerza. Todo eso sumado a la reacción de Senya no podía hacerle sentir peor. Suspiró para darse tiempo a pensar y ordenar un poco sus ideas y por fin habló, con voz ronca y la mirada fija en la cabeza gacha de la muchacha que ocultaba en esa posición con los cabellos su rostro.
-Escucha, Senya…- se detuvo, ella no dio señales de estar escuchándolo. Volvió a suspirar antes de continuar- siento mucho lo de esta tarde, es solo que…
-Soy yo quien lo siente…- su voz sonaba amortiguada bajo los cabellos, a la vez que insegura y vacilante. Dark la sujetó por los hombros, reprimiendo aquel impulso que sintió por zarandearla y obligarla a levantar la cabeza, y los apretó suavemente. Se sentía perdido en aquella situación, su duro entrenamiento le había enseñado a hacer frente a sus enemigos, no a algo así. No sabía cómo actuar.
-No, no… en serio, solo estaba… entrenando- su mente trabajaba a tal velocidad que temía que Senya pudiera oírlo y darse cuenta de la mentira que estaba construyendo- y bueno… me he dado cuenta de que no había mejorado tanto como esperaba…- se rascó la nuca, a decir verdad se sentía un poco ridículo.
Senya, no muy convencida, aceptó alzar el rostro lentamente dejando a la vista sus labios, amoratados por el frío, y sus dientes castañeando. Dark la observó unos instantes, fue entonces cuando se dio cuenta de que temblaba y sin dejar entrever su alarma al verla en tales condiciones pensó en lo descuidado que había sido… “parece mentira que te hagas llamar cazador” murmuró para sí.
-Mírate, será mejor que vayas a la posada antes de que cojas algo…- ella sin embargo negó a las palabras de Dark y le sonrió como pudo intentando controlar el castañeteo de sus dientes. Parecía algo más tranquila.
-A-asi que n-no has mejorado tanto…-tomó aire cruzándose de brazos para resguardarse un poco de forma disimulada del aire helado que se colaba entre los árboles- ¿Sabes?... s-sería una buena forma de entrar en c-calor…
Dark no pudo reprimir una sonrisa. Un combate. Sí, era una buena idea. Además de ayudarle a Senya también lo ayudaría a él a librarse de la frustración que aún sentía dentro. En ese momento y sin esperar respuesta, Senya miraba a su alrededor, examinando el lugar. Cuando volvió la mirada al cazador pudo ver que este la miraba, al parecer esperando que diera alguna señal para empezar el combate.