PART 1. Chapter XI.

Los días que siguieron trascurrieron en calma, algo que inquietaba al cazador. No se había repetido ningún percance con Galan, lo que agradecía. Pero el hecho de que no hubiera señales de su presa no dejaba de preocuparle… ¿A qué estaba jugando? Por si aquello no fuera poco, con la llegada del invierno el tiempo se hacía cada vez más frío y las ventiscas empezaban a ser frecuentes, lo que dificultaba su labor de cazador o incluso le impedía salir de la posada. Esos días fueron especialmente largos ya que, impedido por el tiempo, no podía cumplir con su deber y se negaba a bajar al piso de abajo, seguramente a rebosar por el temporal. Tenía miedo de no poder controlar aquello en lo que se había convertido. Temía que, si se repetía el episodio de aquella noche, pudiera no ser capaz de controlarse. No quería poner en peligro vidas inocentes como la de la pequeña Freya, o la siempre solidaria Senya.
Hasta tal punto llegaba su miedo, que ni contestaba a las llamadas de Senya a la puerta de su habitación. A diario recibía también las llamadas de Kai avisando de la medicación, pero al no obtener respuesta dejaba el cuenco en la puerta. Dark, por su parte, como ya no necesitaba la infusión la tiraba por la ventana, acción que inevitablemente le recordaba a la pequeña de la posadera, y volvía a dejar el cuenco frente a la puerta. No quería levantar sospechas, no quería tener que contar lo ocurrido a la posadera y, por las dosis diarias de infusión que recibía, supuso que Senya tampoco le había dicho nada.
Las tormentas parecieron amainar, pero la gran cantidad de nieve acumulada seguía dificultando las salidas, lo que era un gran fastidio para Kaileena que tenía que salir con frecuencia a recoger las provisiones que llegaban al pueblo.
Una mañana se disponía a subir al carro apremiada por sus dos ayudantes cuando vislumbró a una figura vestida de blanco acercarse a la posada. Por un momento pensó en Dark con una nueva indumentaria, fue a alzar su mano para llamar su atención pero se detuvo a tiempo, al fijarse que sus cabellos eran de un blanco puro, al igual que su vestimenta. Cuando la figura llegó a su altura la posadera pudo apreciar mejor sus facciones: tenía un ligero parecido con Dark, o tal vez solo se lo parecía a causa de su primera impresión, pero su gesto era frío e inexpresivo aunque sus ojos denotaban cierto toque de superioridad. La misma sensación daba su voz cuando habló.
-Saludos… ¿Dónde puedo encontrar a la dueña de la posada?- Kai detuvo su subida al carro, sorprendida de que alguien preguntara por ella.
-Da la casualidad de que soy yo… pero tengo algo de prisa ahora mismo. Si es algún asunto importante tal vez queráis esperar a mi regreso en el interior… - el hombre se limitó a esbozar una sonrisa:
-Solo quería haceros una pregunta… ¿Habeis visto por aquí un muchacho de pelo oscuro? Siempre va vestido de negro y tintinea al caminar.
-No- se apresuró a contestar Kai. No sabría decir qué fue lo que la impulsó a mentir, pero decidió continuar con la farsa- es decir… si hubiera visto a alguien así lo recordaría, por supuesto.
-Si… por supuesto- la sonrisa del hombre se ensanchó más- esperaré en el interior, en ese caso.
Kaileena asintió y siguió con la mirada al hombre hasta que éste desapareció tras la puerta de la posada. Ella subió al carro y se pusieron en marcha, de camino al pueblo. No sabía qué era lo que ese hombre quería de Dark, pero agradecía que éste último llevara unos días fuera de la posada, cosa que sabía porque las infusiones de los últimos días habían quedado intactas. Tal vez debiera informar a Senya a su regreso.
El extraño se sentó en uno de los taburetes y observó brevemente al camarero con poco interés. Se giró y echó un rápido vistazo a la planta baja murmurando para sí:
-Con que éste es tu nuevo refugio, ¿Eh, Dark? – su sonrisa se acentuó y se limitó a cerrar los ojos, a la espera.