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 PART 1. Chapter I (I).

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Kaileena
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Kaileena


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MensajeTema: PART 1. Chapter I (I).   PART 1. Chapter I (I). Icon_minitimeMiér Jun 17, 2009 10:18 am

Los días transcurrían tranquilos en Rohan, esa noche en concreto, la posada se encontraba en un silencio tan profundo, que hasta los pequeños insectos temían hacer ruido y alerta a los depredadores. Los pasos de la posadera al bajar las escaleras rompieron la quietud de la planta baja de la posada. Acababa de acostar a las pequeñas, Freya y Elda, y se disponía a tomar una taza de té cuando se detuvo al pie de las escaleras. En los sofás, de espaldas a ella, se encontraba la figura de un hombre de rubios cabellos con las manos entrelazadas y la mirada distraída en el crepitar de las llamas. La mujer sonrió de forma imperceptible y se dirigió con paso tranquilo hacia él. Posó sus manos sobre los hombros del hombre para inclinarse y besar su mejilla antes de hablar.
-¿En qué piensas?
-En la sensación de malestar que me invade a pesar de que todo esto haya acabado…- Kai rodeó el sofá para sentarse al lado de Fausto y cogió una de sus manos.
-No será por las últimas palabras que dijo ¿Verdad? No deberías tomártelas tan en serio, estaba a punto de ser destruida, seguramente solo quería provocarnos miedo.- El hombre bajó su mirada violácea hacia las manos de Kai y paseó con suavidad un par de caricias en éstas.
-No lo sé… no lo sé… - su voz denotaba preocupación. La mujer reprimió un suspiro y dio un suave apretón a la mano que tenía cogida.
-Si hay algo que ha de venir, vendrá sin que podamos evitarlo. Por el momento… ¿Por qué no disfrutas de la aparente paz con tus hijas?
-Precisamente… si pasa algo y no las protejo no podría perdonármelo nunca.- La mujer suspiró con pesar y le habló con dulzura:
-Fausto, no siempre te perseguirán las desgracias…
-Todo lo que me rodea ha sido siempre dolor… Se me hace extraño no contagiarlo.
-No ha sido culpa tuya todo lo que ha pasado y lo sabes… por favor, disfruta de lo que tienes por el momento.
Fausto no replicó, se limitó a desviar la mirada para evitar la mirada de su acompañante. Sabía que la predicción de la espada era cierta y que ya había comenzado pero no quería decírselo. A pesar de todo, apenas podía disimular el temblor de su labio inferior. Kaileena empezó a preocuparse al verle comportarse de forma tan extraña. Lo veía nervioso y con ánimo de apaciguarlo tomó suavemente su barbilla para obligarle a mirarla.
-Ey… - le habló dulcemente- entiendo que estés preocupado… pero te comportas de forma extraña ¿Qué ocurre?
-Nada… No es nada.
-A veces te pones imposible- le reprochó antes de levantarse y dirigirse a la barra donde puso agua a calentar. El hombre miró de reojo a la posadera mientras ésta se alejaba y juntó sus manos para evitar que siguieran temblando, no quería que Kai se diera cuenta de su estado. Cerró los ojos con fuerza mientras se devanaba los sesos buscando una salida a todo aquello, debía encontrar la manera de impedir que se extendiera la maldición.
-Yo… yo…-la voz le temblaba al hablar para sí. No podía negar que estaba asustado, aquello no era lo mismo que con la espada. La amenaza que se les echaba encima era cien veces mayor… más peligrosa, más devastadora si cabe. Aunque apenas había elevado el tono de voz a más de un susurro Kaileena se giró al creer oírlo.
-¿Fausto?- al verlo en aquella posición tan extraña se volvió con paso apresurado agachándose frente a él. Cogió las manos del doctor con sumo cuidado separándolas y no pudo evitar sorprenderse al sentirlas temblar. No dijo nada, sabía que si le presionaba no le contaría nada y se limitó a mirarlo, esta vez preocupada de verdad. Jamás lo había visto en tal estado.
-La espada no mentía…- las palabras salieron de su boca en un susurro temeroso, como si estuviera luchando consigo mismo por retenerlas. A pesar de la preocupación que le invadía al ver así a su prometido, Kaileena no podía dar crédito a sus palabras y su gesto se tornó casi de incredulidad.
-No puedes creer en serio las palabras de la espada… No ha pasado nada, si así hubiera sido la voz hubiera corrido…- Fausto la interrumpió fijando su violácea mirada llena de miedo en ella.
-Leonard me lo confirmó…
-Pero…-negó con la cabeza, si el cazador se había enterado de algún suceso extraño las cosas cambiaban por completo. Aunque sabía que tal como estaban los ánimos los cazadores podrían incluso exagerar.- ¿Qué te han dicho?
-Abbadon… -guardó silencio unos instantes buscando las palabras que se oponían a salir- Ha empezado a despertarse.
Ahí lo tenía… la prueba, los cazadores habrían visto cualquier cosa mínimamente sospechosa que, junto a la profecía, había creado que sus mentes tejieran aquella historia que ella se negaba a aceptar, tal vez por el simple hecho de que la paz de aquellas últimas semanas resultaba muy cómoda como para renunciar a ella por una simple profecía…
-¿Estás seguro que no es más que una corazonada de los cazadores?... Sabes que a veces…
Fausto dio un profundo suspiro y desvió la mirada antes de pronunciar las palabras que dejarían a Kaileena sin aire.
-Ya no hay cazadores.
-Qué…¿Qué? – se levantó con brusquedad del sofá y se giró hacia el hombre hablándole a gritos- ¡No me lo puedo creer! ¿Desde cuando?... ¿Desde cuando lo sabes y me lo has ocultado?
Fausto agachó la cabeza con pesadez, ocultando su rostro de la mirada de su prometida, pero Kaileena estaba demasiado nerviosa para dejar que ese gesto la afectara.
-¡Ellos también eran mis amigos! Y si todo esto supone que esa profecía es cierta, también me incumbe a mí, ¿No lo crees? –le dio la espalda y se acercó a la ventana más próxima donde, cruzada de brazos, observaba el exterior sin poder asimilar del todo lo que estaba sucediendo- ¿Qué… qué les pasó?-preguntó casi en un susurro.
-Han dado sus vidas para crear un refugio… una fortaleza inexpugnable por si todo esto se descontrolara…
Cuando Kaileena se giró de nuevo para mirarlo, se cruzó con sus ojos violáceos que la observaban a su vez con tristeza. Sus facciones se suavizaron y se acercó de nuevo a él agachándose para quedar a su altura:
-¿En serio pensabas que era mejor evitar preocupar a la gente que informarla?... al menos así podrían prepararse para lo que viene…
-¡Pienso que acabamos de salir de una situación… y ya apenas estamos en otra!-ahora fue Fausto quien elevó la voz, dejándose llevar por el miedo y la frustración. Kaileena por su parte, apartó la mirada dolida por el tono que le dirigió. Fausto continuó- No quiero que la gente de esta posada sufra el acoso de demonios por siempre… quería brindarles algo de tranquilidad.
La mujer suspiró resignada y se levantó, apartándose del médico de nuevo.
-La tranquilidad de la gente a cambio de tu propia tranquilidad… no es justo. No es justo para ti… al menos podrías habérmelo dicho a mí. –Fingía mirar por la ventana mientras pronunciaba estas palabras, aunque en realidad tenía la mirada perdida.- ¿Por dónde debemos empezar?
-Debemos buscar “pistas” que nos hagan ver cómo derrotar a un dios…
-Acaba de despertar ¿No? ¿No sería más fácil atacarle ahora que aun puede estar algo indefenso? –ladeó la cabeza para alcanzar a mirarlo y ver su reacción, pero Fausto no varió su postura.
-No creo que eso sea posible…- apoyaba el mentón sobre las dos manos y tenía la mirada perdida, reflexionando- está en otro espacio/tiempo… el único que podría hacerlo es él… - fue entonces cuando por fin alzó la mirada clavándola en los ojos de Kai.
-¿Él?
-Ya sabes… el alquimista.
La mujer hizo un gesto de asentimiento, pero su rostro se ensombreció:
-No creo que Lezard nos preste ayuda. No después de todo lo que pasó.
-Por eso… y Leonard y Albais están muertos.- Fausto suspiró levemente, a pesar de hablar parecía seguir dándole vueltas a algo.
-Apenas ha empezado todo y ya hemos perdido amigos… - murmuró apesadumbrada recostándose de costado contra la pared del edificio.
-Podríamos…-Fausto había vuelto a fijar su mirada en ella, la cual al oírlo también lo miró- deberíamos probar a ir nosotros a la dimensión…
-¿Ahora?...- aunque al principio parecía un poco indecisa, no tardó en recuperar su seguridad- ¿Podrías llevarnos?
-¿Tu y yo?... ¿Solos?
-Sí, tienes razón…- y volvió a suspirar con pesadez- sería una locura…
-Aunque quizá…- se levantó con un puño cerrado y decisión en su voz- ¡Podríamos lanzar un ataque y vencerlo!
Kaileena asintió con firmeza y Fausto la tomó de la mano, tirando levemente de ella hacia el exterior. Una vez fuera, el hombre la soltó y se dispuso a juntar sus manos frente a sus ojos. Los cerró y pareció entrar en un estado de concentración absoluta a la par que de sus labios brotaban palabras en un tono imperceptible para su compañera, aunque por su tono parecían rituales. No tuvieron que esperar mucho para ver aparecer ante ellos una pequeña fisura que dejaba entrever un fondo grisáceo al otro lado.


~ôwô~ Kai ~ôwô~
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