Sareth "Corte Ardiente"

Nombre: Sareth "Corte Ardiente"
Lugar de Nacimiento: El Reino de Nordon.

Historia: la historia que rodea a Sareth es todo un misterio. Enmascarado en un halo de incógnita, lo único que puede saberse de él, es lo que es perceptible a simple vista.

Un rostro severo, hosco, serio. Una larga cicatriz en su mejilla derecha. Unos ojos negros como la obsidiana, puntiagudos y cetrinos, capaces de amedrantar a más de un enemigo. Una voz profunda, potente, directa, certera.
Una capa negra como el ébano, una camisa y pantalones marrones oscuros, sencillos, con una espada al cinto.

Una espada algo particular. La llamada Filo Flamígero, posee el poder del fuego inscrito por un Djinn de este elemento, imbuido en su interior. Éste no permite que su poder sea puesto en funcionamiento en cualquier momento ni, mucho menos, contra seres inocentes o indefensos. Pese a que Sareth no está muy de acuerdo con dicha capacidad, no puede negar que la fuerza de Filo Flamígero, capaz de incinerar las células vivas de los organismos que traspasa, es todo un apoyo en sus empresas.
Pero el arma, capaz de drenar la energía vital que absorbe de sus enemigos y hacerla fluir, en un tercio de su totalidad, a su portador, se cobra un precio constante.
Sareth se siente contínuamente instigado a guerrear y batallar sin tesón, en una búsqueda sin fin de satisfacer unas infinitamente insatisfechas ganas de pelea.
Por suerte, con el tiempo, Sareth ha conseguido dominar la voluntad mágina de la espada para no meterse así en problemas con los demás seres humanos que encuentra a su paso y concentrarse tan sólo en guerrear contra monstruos y criaturas. El hecho de mantenerse cerca de gente que le aprecie y le proporcione apoyo, hace más fuerte a Sareth.
Su unión con Senya ha reforzado en mucho esta fortaleza, otorgándole determinación y estoicidad.

Con la misión a sus espaldas de cuidar y proteger de Seyna, Sareth llegará a Rohan en medio de la noche.
Una vez comprendida la situación e informado por Kaileena, Sareth abogará por ayudar en dicha empresa, especialmente por tres sencillas razones:
La primera, básica, es que es una excusa perfecta para mantenerse cerca de su protegida y no perderla de vista... ni a todo aquél que intente herirla.
La segunda, obvia, es que el hecho de proteger el mundo en el que vive les atañe a todos por igual.
Y la tercera, toda una delicia, es que dicha misión es una fuente inmensa de diversión para el mordaz guerrero... y de su ambigua arma de fuego...