Algo cayó del cielo. Para los ojos más avizores, allá en lo más profundo del bosque había aparecido algo brillante. Meren, con un grito de alerta, avisó a los demás y una Senya entusiasta, Xifos rezagado y Nuan, que amablemente los llevó hasta el lugar volando, emprendieron la búsqueda. Llegaron a un claro cerca, y se les unió Sareth, que les había estado siguiendo desde la espesura.
Entonces se adentraron en el claro brillante. En el centro había un pequeño estanque, y en el medio una pequeña bola blanca y brillante, que iluminaba un poco los alrededores. Aunque soplaba el viento, no se escuchaba nada a su alrededor, tanto que las sigilosas pisadas y las comedidas respiraciones de los protagonistas parecían escandalosas.
Estuvieron un rato investigando el agua. Nuan, que se había vuelto pequeñito para poder acompañarles, la probó y volvió a su forma natural, Sareth apagó el fuego mágico de su espada con ella e incluso la transformación de Senya fue inútil, porque las aguas retornaba a todos ellos a su
estado natural.
Meren, seguida de algunos, se acercó a la bola de luz —las aguas se retiraban a su paso— y la tocó. En ese momento un grito agudo y desgarrador, parecido al chillido Nazgul, sonó tan fuerte que pensaron que podría despertar a todo el bosque, y una explosión de fuerza tiró a todos los participantes al suelo. Poco a poco, de la bola fue apareciendo una mujer desnuda, bellísima.
Todo lo demás ocurrió muy rápido. Sak se acercó a ellos, proveniente de la nada, y de los lindes del claro aparecieron unos puntos rojos desde la más absoluta ocuridad de sus cuerpos
. Seis elementales de oscuridad se apresuraron a reclamar con sus malvadas risas a su presa de los extraños.
Tras una cruenta lucha, donde sólo dos de los malignos elementos murieron, llegaron a la posada. Cuando la muchacha, al fin, despertó, no entendía nada. Sabía que había caído desde arriba, que se llamaba Ada y que buscaba algo o a alguien, pero no sabía qué. El resto de cosas eran desconocidas para ella. Con la ayuda y los buenos propósitos de los presentes, comió y se vistió.
Sak estaba inquieto, porque en su rutina de control de ánimas, tras haber tallado un muñequito de Ada, no fue capaz de conseguir una muestra de sus cabellos ya que parecían indestructibles. También Nuan parecía preocupado, porque ella había sido capaz de ver su
verdadero interior, y en él había encontrado un secreto que llevaba con tesón escondiendo durante años.