Eso es una niña... no, ¡Dos!

Meren miraba a la nada con cara de concentración cuando Kaileena bajó del piso de arriba. Esta última se quedó observando a su hermana en silencio, con curiosidad, y procuró seguir la dirección de la mirada de ésta.
-¿A dónde estás mirando?- preguntó sin poder contener por un momento más ese misterio.
Meren dio un salto al oír la voz de su hermana, causante, al parecer, de haber roto su concentración. La miró con angustia:
-¡Esta noche tuve una gran idea para empujar el rendimiento de la posada!- Kaileena la miró muy confundida y se sentó a su lado hablándole con voz dulce, procurando ser tranquilizadora.
-Dime… si era tan genial esa idea… ¿Por qué pareces estar tan angustiada? Anda, cuéntamela…
-¡Ojalá pudiera!- se levantó de un salto, las palabras de Kai parecían haberla alterado aun más, si es que eso era posible- Mi idea se ha esfumado, se ha ido… o eso o la guardé y no sé donde…- tras estas últimas palabras empezó a andar por la posada mirando bajo las mesas y tras los sofás, como si buscara algo. Kaileena, por su parte, miraba cada vez con mayor preocupación a Meren. Se estaba comportando de una forma muy extraña. Con voz temblorosa, por miedo a cual pudiera ser la respuesta, preguntó:
-Meren… ¿Se puede saber qué estás buscando?
-Mi idea…-respondió distraída sin detener ni un segundo su incansable búsqueda entre los muebles de la posada- …se basaba principalmente en construir una biblioteca… y tal vez una zona de ocio como unas termas…- de repente se detuvo y muy lentamente se incorporó fijando su mirada en su hermana. Sin previo aviso se lanzó a sus brazos.
-¡Kai!¡Kai!¡Kai! ¡Esa era mi gran idea!
La mujer no sabía cómo reaccionar, si felicitar a su hermana por haber encontrado su idea debajo de una de las sillas o felicitarla, con más razón, por su idea que realmente era magnifica. Prefirió no hacer mención a cómo había redescubierto su idea y le dedicó una amplia sonrisa.
-Oh, es una idea estupenda. Pero… no tenemos espacio aquí para una biblioteca y unas termas.
Meren se incorporó y negó con su dedo índice estirado:
-Ahí es, precisamente, donde radica lo genial de mi idea… -con un exageradísimo giro señaló con ambas manos el agujero que días antes una pelea había formado en el suelo de la posada y que había revelado la presencia de unos túneles subterráneos- ¡Sacaremos partido al agujero que crearon ese par de idiotas el otro día!
A Kai se le iluminó por un segundo el rostro de emoción, pero en seguida desapareció para convertirse de nuevo en preocupación.
-Deberíamos investigar un poco primero ¿No te parece? No sabemos qué puede haber ahí dentro.
A su hermana no debió parecerle mala idea, porque cuando Kaileena quiso darse cuenta, Meren había desaparecido por el agujero.
-¡Ey! ¡Esperame!- se levantó tan deprisa como pudo y se coló por el hueco. Una vez abajo intentó dar con su hermana, pero el lugar estaba completamente a oscuras, a excepción de la poca luz que se filtraba por el agujero que daba a la posada.- ¿Meren?
-Estoy aquí- la voz de su hermana sonaba exactamente al lado de donde se encontraba. Extendió ambos brazos y pudo tocar lo que creía era el pelo de su hermana- si, justo aquí.- Repitió Meren al sentir las manos de su hermana.
-Haz uno de tus trucos para iluminar esto un poco… así no veremos por donde vamos.- Meren asintió aunque luego lo pensó y se dio cuenta de que fue un gesto inútil porque en aquella oscuridad su hermana no podía haberla visto. Colocó las dos palmas hacia arriba, muy juntas, y de repente en sus manos apareció una diminuta bolita de luz de un color amarillento que se fue haciendo más grande hasta adoptar el tamaño de una pelota de pin-pon.
-Eso está mejor- Meren sonrió y comenzó a avanzar tras la lucecita. Frente a ellas, a escasos 2 metros había una especie de escaleras cinceladas de forma natural en la roca. Con cuidado, bajaron primero Meren y seguida de está Kaileena hasta lo que parecía una galería no muy alta y continuaron avanzando en silencio, expectantes. Sin previo aviso, Meren se detuvo provocando que Kai se chocara con ella.
-Au…
-Shh…- le reprochó su hermana- …creo que hay algo ahí delante…-Kai se puso de puntillas intentando ver por encima del hombro de su hermana.
-Pues si no mandas a esa luciérnaga un poco más adelante… de todas maneras es posible que no sea más que una rata.
Como si la “luciérnaga” hubiera entendido las palabras de Kaileena avanzó lentamente alumbrando cada recodo de la galería hasta que…
-¡Espera, ahí!-gritó Meren imperante. La bolita de luz se acercó más en la dirección que Meren señalaba hasta alumbrar lo que parecía ser una cabellera rubia, pero desapareció en la oscuridad tan de repente que hubiera sido imposible saber si estaban en lo cierto.- ¡Siguelo!
La “luciérnaga” echó a correr a tal velocidad que a Kai y a Meren les costaba seguir su ritmo. Corrieron y corrieron por una larga galería que parecía no tener fin y delante suyo ahora podía oír claramente el eco de pisadas que se apresuraban por no ser alcanzadas. Cuando se empezaron a preguntar si el túnel en verdad no tendría fin Meren se detuvo y Kai volvió a chocar contra ella “au”. Sin embargo, la visión que tenían delante la acalló.
-Es una niña…- susurró Meren, y tan pronto como dijo esto la luz se desplazó un poco a la derecha, lo que sorprendió aun más a las dos mujeres-…no, dos.
-Parecen gemelas…-susurró de igual forma Kaileena y se intentó acercar a las pequeñas, pero se vio obligada al detenerse al ver cómo las pequeñas se agazapaban contra la pared que cortaba la galería. Suspiró y miró a su hermana, a ella nunca se le habían dado bien los niños pequeños. Meren asintió y se acuclilló frente a las niñas colocando sus manos con las palmas hacia arriba. De ellas salieron millones de bolitas de luz del tamaño de luciérnagas que se pusieron a revolotear alrededor de las pequeñas e iluminaron mejor el lugar.
Kaileena se fijó bien en las dos niñas que miraban con sorpresa alrededor. Tenían un cabello muy largo que les llegaba por debajo de la espalda y ambas vestían lo que parecía ser un saco. Se preguntó qué harían dos pequeñas como ellas en un lugar como aquel. Pensó que sería mejor preguntarles después cuando ya hubieran cogido algo de confianza. En ese instante Meren figuró un gatito formado por las miles de lucecitas que pareció gustarles a las pequeñas, porque ambas sonrieron.
-Creo que ya está…- le dijo a su hermana y se incorporó ofreciendo ambas manos a las niñas. Aunque al principio dudaron, finalmente se decidieron a adelantarse y cogerse cada una a una de las manos de Meren y todas juntas volvieron al agujero que conducía a la posada. Kaileena salió la primera cogiendo después a las niñas que Meren le aupaba desde abajo y después las sentó en uno de los sofás.
A la luz del día podía observarse mejor su aspecto. Efectivamente tenían un pelo muy largo, de un rubio claro y unos hermosos ojos azules que miraban a la vez con miedo y fascinación el lugar. Tanto los sacos que llevaban como vestimenta como su pálida piel estaba sucia a rabiar y una vez más Kai se preguntó por qué estarían allí. Cruzó una mirada con su hermana y entonces supo que pensaba lo mismo. Vio como se acercaba de nuevo a las pequeñas y con voz muy suave les dijo:
-Mi nombre es Meren- se señaló a si misma y luego a su hermana- y esta es Kai, mi hermana ¿Cómo os llamais vosotras?
Las niñas se miraron unos segundos y luego volvieron a mirar a ambas mujeres, pero no dijeron palabra. Meren siguió haciéndoles una serie de preguntas, pero las niñas siguieron sin abrir la boca. Entonces se giró para mirar a su hermana:
-¿Será que no saben hablar?
-Es un poco extraño ¿No? Bueno… como todo en ellas- murmuró reflexionando un poco. Meren volvió a suspirar y se levantó para ir a la cocina.
-Quédate con ellas, iré a prepararles algo de comer.
Kaileena miró un poco insegura a su hermana hasta que desapareció por la puerta de la cocina y luego se quedó contemplando a las pequeñas, que se limitaron a hacer lo mismo. “¿Y qué pretende que haga yo con dos niñas?” pensó un poco contrariada. Lo cierto era que los niños no eran algo que le agradara en exceso… Entonces, una de las niñas hizo algo que la dejó sin habla. Se levantó y con total naturalidad la cogió de la mano tirando de ella para conducirla al sofá hasta sentarla entre las dos, que no paraban de mirarla intensamente. Por vez primera en su vida se vio cuidando de esas pequeñas y la idea no le disgustó del todo. Les sonrió y juntó sus manos donde hizo aparecer diversas figurillas de arena, un castillo, un gato, un caballo… finalmente hizo aparecer dos figurillas de las gemelas. Las niñas parecieron muy complacidas por lo que estas últimas figuritas se las regaló.
En ese instante apareció Meren con una bandeja donde llevaba dos cuencos con caldo y ambas, cada una con una niña sentada en el regazo, les dieron de comer mientras charlaban del futuro de las pequeñas.
-No, sé, yo ya tengo dos hijas ahora mismo y hacerme cargo de otras dos sería una locura…-Meren decía esto sin quitar de ojo a su hermana, como si pretendiera decirle algo.
-Tal vez podríamos dárselas a alguna pareja de campesinos…- comentó Kai que evitaba por todos los medios la mirada de su hermana. Sabía exactamente qué era lo que quería decir.
-O tal vez podrías quedártelas tú… - sugirió al ver que su hermana no pretendía dar señales de sugerir algo por el estilo- míralas… necesitan a alguien que sea su mamá. – Y Kai las miró, y pude ver que ambas la miraban fijamente a ella, con esos enormes ojos azules. Pero lo que de verdad terminó por convencerla fue…
-Ma…má…- la niña que ella tenía en su regazo la miró con más intensidad y repitió de nuevo la palabra con más firmeza- mamá…- la mujer la miraba atónita.
-¿Queréis que yo sea vuestra mamá? – no podía, no… ¿Cómo iba ella a hacerse cargo de unas niñas cuando tenía dificultades para cuidarse a sí misma? Pero en ese momento la niña que había sujetado Meren se acercó a ella y ambas le dieron un abrazo. A su vez, Kai las abrazó tiernamente, ya no podía negarse. Suspiró:
-Está bien…
Meren sonrió más que satisfecha y se acercó a su hermana y a sus nuevas hijas.
-Y bien… ¿Cómo piensas llamarlas?- Kaileena guardó silencio unos instantes, meditabunda.
-¿Qué te parece Freya- señaló a la niña que tenía en el regazo- y Elda? – señaló a la que Meren había tenido cogida. Las niñas sonrieron por toda respuesta y Meren añadió:
-Yo creo que les gusta.
-¡Bien! Pues no se hable más, vamos a daros un baño que lo necesitáis- y cogió a ambas niñas en brazos desapareciendo escaleras arriba, seguida de su sonriente hermana.