Grefnir Anmund

Grefnir fue huérfano desde su nacimiento, ya que su madre murió al darle a luz y su padre había caido en combate durante los meses de gestación. Debido a esto, la matrona que asistió el parto lo llevo al templo y lo entregó a los clérigos al no conocer familiares cercanos que se pudieran hacer cargo de él.

Durante su infancia fue instruido en la religión que aquellos clérigos practicaban, una religión que prometía la Paz y el Bien, pero que aun siendo su Señor Todopoderoso, necesitaba de la acción del hombre, los Clérigos tenían el deber de conseguir más fieles y asegurarse de que siguieran el buen camino, mientras que los Paladines usaban la fuerza de su fe para enfrentarse a las fuerzas malignas que cada vez eran más frecuentes.

Según crecía, sus tutores se percataban de que poseía una notable inteligencia y curiosidad, pero aún se notaba más su robustez y fuerza, heredadas de su padre, superiores a las del resto de chicos de su edad. Por esta razón los Clérigos decidieron informar a los Paladines y entregarlo a su cuidado. A partir de ese momento, la instrucción que recibiría Grefnir no solo sería Religiosa y Ética, si no que también seria una instrucción Militar tan solo a la edad de 10 años.

Aunque su día a día ahora fuese mucho más duro, le gustaba infinitamente más. Aparte, las historias y relatos que le contaban los Paladines eran sin duda más interesantes que los que contaban los Clérigos. Cuando alcanzó la edad de 13 años, dejo de entrenar con muñecos y se enfrentaba a otros Paladines con espadas de madera, lo que fue incrementando potencialmente su habilidad con la espada.

A raíz de cumplir los 18 años, comenzó a partir con pequeños grupos de Paladines por las comarcas de Dalaborn, asegurandose de que todo estuviera bien y comenzando a participar en situaciones como las que los Paladines le relataban ya hacía años.

Años más tarde fue nombrado oficialmente Paladín y se le ordenó velar por la seguridad del Bien en la región Sur del país vecino, Alberia. Allí pasaría dos años hasta que su Dios se le apareció en sueños revelandole que su destino no era Alberia, debía partir en busca de aquellos conocimientos con los que su Señor le bendeciría, la Magia Sagrada.

En el mismo día partió de vuelta a Dalaborn para comunicarselo a su Orden, la cual le dió permiso para seguir el camino que Dios le había mencionado en aquel sueño, pues como Paladín su palabra se supone honesta y sincera.

Tras cinco años de búsqueda y entrevistarse con algunos sabios, Grefnir llegó a la conclusión de que solo alcanzaría ese conocimiento a través de la fe. A partir de aquel momento sus pasos se guiaron unicamente por una fe ciega, una fe que le ha hecho llegar al Reino de Rohan con los más básicos poderes de Magia Sagrada.